Dicen que el puertorriqueño padece de vivir
mirándose el ombligo. Pero me pregunto qué tan interesante puede ser pasarse la
vida entera observando un huequito estrujao’, feo y apestoso entre medio de los
chichos, perdón, de los abdominales.
El ombligo es como una parte del cuerpo que
parece no tener sentido cuando ya se es adulto, sin importar que esa haya sido
la entrada principal de nuestro alimento los primeros 9 meses de vida. Así
somos, malagradecidos. Es que el ombligo es como un roto antiestético en el
medio del abdomen, y para otros un chichoncito protuberante. Se ensucia, toma
mal olor, te crea un salvavidas carnoso indeseable y no sirve para guardar
nada, cual si fuera un bolsillo de verdad.
¿Entonces, para qué coño el boricua se lo
mira tanto?
De acuerdo con la prestigiosa y todopoderosa
enciclopedia digital Wikipedia, el ombligo es realmente una cicatriz. Es el
residuo de un canto ‘e piel que se secó y se nos cayó una o dos semanas después
de nacer, that’s it.
Además, se desprende de la joya intelectual
wikipidense que incluso este tema del ombligo creó un tremendo “issue” con los
religiosos pues no estaban seguros si Adán y Eva debían ser representados con
ombligos. Si es que a ellos nadie los parió, ¿qué cordón se les secó? ¿De
quién? Realmente no tienen ninguna razón y/o derecho de poseer este hueco
arrugado. That’s the rule: if you didn’t grow in a womb, there aint no crack in
yo' belly.
Este ceñido huequillo también ha sido punto
de debate en el tema del tabú y la sensualidad, específicamente como estímulo
visual erótico. Al parecer, todo lo que parezca un roto es un tabú excitante en
nuestra cultura anyways.
Pero es que esa no puede ser la razón por la
que los boricuas nos pasamos mirándonos el ombligo. Quiero decir, este país
tiene una gran tasa de obesidad y hay quienes padecen de una falta de cuidado
físico. Entonces, sin ánimo de ofender, ¿alguien se ha dado una vueltita por el
Paseo de Diego o Plaza las Américas últimamente? De cada 10 personas que pasan,
¿de cuántas realmente le estimularía eróticamente verles el ombligo? I didn’t
think so.
¡¿Entonces qué carajo nos miramos?! Un gringo
trató de explicar en uno de esos blogs existenciales que la frase “mirarse el
ombligo” era como decir que se es “self centered”, o sea egocéntrico. ¡Ahhhhh!
Ahora si me hace sentido, porque mira que aquí se vive preocupado por cada
pendejá como si fuera el fin del mundo. Una isla tan chiquita y tanta gente prepotente, claro que nos
piensan egocéntricos.
Pero si es que esta es la “linda isla” que
buscaba Colón. O sea, somos “la hija del Mar y el Sol” ¡Hello! Lo dice nuestro
himno, ¿cómo no mirarse el ombligo?, ¡si es como que… hermoso!
Ujum, nuestra Isla es, de hecho hermosa. Es
nuestra patria, la tierra que nos vio nacer. Ante mis ojos, la mas chula de
todas las antillas. Pero también es solo un pedacito 100 x 35 (los científicos
que me vengan con el dato de que si es un pie más o menos: whatever).
Hay un mundo más allá de estas costas y es
necesario explorarlo, probarlo, investigarlo, abrazarlo; para luego regresar y
cuando nos miremos el ombligo veamos más que un roto emburujao’, sino que
veamos lo que representa y su potencial.
Los estudios señalan que el lado más
desarrollado y estudiado del cerebro es el izquierdo, pero éste solo puede
concentrarse en los detalles, en el micro (como mirarse el ombligo). La otra
parte del cerebro, la derecha, la menos estudiada, es la que nos permite alejar
la mirada y observar el macro para buscar soluciones, ideas, epifanías. He ahí,
creo, la clave para dejar de ser La Isla del Espanto y reclamar nuestro título
como la Isla del Encanto.
Dijo el periodista Benjamín Torres Gotay en un
escrito del El Nuevo Día hace unos días que “los miles de jóvenes que dejaron
pestañas, horas de sueño y libras para obtener en estos días sus diplomas
universitarios, salen a un país que no está preparado para recibirlos.” Entonces
culminó con que la solución para esta generación de profesionales desempleados
es irse del país; “la fuga de cerebros, pero que también es fuga de voluntades,
de almas, de corazones, de anhelos y de esperanzas”.
Ojalá en esa partida forzada por las
circunstancias terribles por las que atraviesa la hija del Mar y el Sol sea un
levantamiento de cuello, a lo jalón de quiropráctico, que les obligue a mirarse
más allá del ombligo y aprender de un mundo que ruge, llora, grita y celebra
tantas otras cosas más allá de las fronteras del abdomen antillano.
Mi esperanza es que estas crisis que estamos
atravesando como colectivo, como país, nos mueva a poner en función el lado
derecho de la masa grasosa dentro de nuestros cráneos y que comencemos a tener
epifanías para lograr un mejor Puerto Rico, a lo anuncio de servicio público.
Así sea que haya que legislar los ejercicios
cerebrales esos que vienen en los juegos de video y que se encuentran en el
Internet por montones, como mandatorios en la escuela. Peores proyectos de ley
ha creado Evelyn Vázquez y sigue siendo senadora así que ninguna idea puede ser
descartada a este punto.
De modo que cuando regresen los de la fuga,
si es que deciden regresar, y reaccionen los que se quedan, si es que deciden
reaccionar, nos atrevamos todos a asegurar con fuerza y convicción que hay vida
más allá del roto en la panza y es nuestra para reclamarla.
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