miércoles, 31 de agosto de 2016

Tanta queja cansa


Tanta queja cansa

“Dale Juana con la matraca”. Ese es el dicho que me viene a la mente en estos días. Vivimos entre queja y queja TODOS LOS DÍAS. Y muchas veces ni nos damos cuenta porque ya lo hacemos en piloto automático. Quejarse ya es como lavarse los dientes. Yo misma me he agarrado quejándome hasta cansar. Es más, este escrito completo será una descarga y una queja. Que si la cosa está mala, que si el país está jodío, que si el gobierno es corrupto, que si pa’qui, que si pa’lla. Y la verdad, ya estoy hasta la zereta (y no tengo idea de cómo se escribe esa palabra.)

Y no es menos cierto que cada día el País y la vida me patean el trasero, lo que me da pie y motivos de queja. La última fue que me robaron la cartera y el celular. Literalmente metieron la mano en mi cartera y sacaron mi “wallet” y mi celular. En el supermercado. A las 10:00am. Si, así como lo leen. Esa era la gota que me faltaba para colmar la puñetera copa, llena de tantos encojonamientos y malos ratos que se pasa en estos tiempos, en este País.

Y permítame hacer dos aclaraciones. En este escrito encontrarán palabras directas porque traté de pensar en alternativas intelectuales pero no hay otra forma más clara de decir: “esto está cabrón”. Y también quiero hacer hincapié en que soy consiente que, en general, en el Caribe el quejarse es común. Conozco bastante bien a Cuba y a Dominicana y se quejan igual. Pero dado a que Puerto Rico es mi país y donde vivo actualmente, me concentraré en esta Antilla Mayor.

En estos días, haciendo gestiones para recuperar mis tarjetas robadas me di cuenta de todo lo que nos quejamos. Me tuve que chupar horas de filas con gente quejándose. Y la verdad no es fácil. Me tomó tres días sacar mi licencia porque tuve que hacer tantas filas y me mandaron para tantos lados que no era, que el proceso fue eterno. ¿Quién no se queja cuando va a un CESCO? ¿O a Hacienda? Hello, obvio que van a llover las quejas. Colectivamente nos quejamos tanto que podemos tapar una tubería como la que se atascó de condones en la Villa Centroamericana en Mayagüez 2010.  Y si no vieron esa portada del periódico, son demasiado jóvenes para leer esto. 

¿Y cuál es la alternativa a la queja? ¿“Yo no me quito”? I don’t think so. En este caso el “reverse psychology” no funciona conmigo. No es que no quiera ser positiva o ver el vaso medio lleno en vez de medio vacío. Es que mi vaso lo que pide es un Malibú con china pa’ bajar el estrés. No podemos seguir viviendo la mentira. Alguna vez fuimos la “Isla del Encanto”… alguna vez. Ya siento que eso no es real. No me tomen a mal, yo amo Puerto Rico. Para mi, esta es mi patria, mi isla, mi todo, mi primer amor. Adoro mi bandera, el calor, las montañas, las palmas, el cielo azul... Pero me ahoga el pensar que nos van a imponer una Junta que decidirá el destino de la Isla, sea o no encantadora. Eso es como si te mandaran a rehabilitación y te asignaran un tutor que tome las decisiones por ti. No es mucho más que eso mismo. Y como bien lo dijo la oficial que está investigando el caso de mi cartera: "Ya esto es mucho con demasiao'".

Creo que sufrimos el síndrome de la mujer maltratada. Mientras más nos jode el país, los políticos y la burocracia, más decimos “él va a cambiar”, “él no es así”, “fue mi culpa”, “es que no puedo vivir sin él”… Ay mira “polfavol”. Al pan, pan. Y al vino, coca cola.

Jamás pensé que iba a sentirme así. He tenido momentos en el pasado en que he pensado mudarme de País. ¿Quién no? Pero para estudios o por aventurar. No obstante, este año, cada día que pasa, lo siento más cerca. Y me duele, me duele en el alma. Porque yo no me quiero ir. Yo quiero enrollarme las mangas y meter mano. De verdad que sí. El que me conoce sabe que sí.

Pero ya no me levanto con las mismas ganas. Ya no lucho por las cosas con el mismo gusto. Y mira que yo me he jodío por este País, por la cultura, por la educación, por las comunidades… Pero ya no importa cuán positiva trato de estar, las decisiones de los “otros” en el poder van a afectar mi día, van a afectar mi humor. Entonces ando por la vida con cara larga, encojoná con el mundo.

No sé pa’ dónde irme, la verdad no he buscado todavía en Kayak.com. Pero la cruda realidad es que en este País, en estos momentos, a mi generación, la generación de jóvenes profesionales se nos niega la posibilidad de trabajo seguro, con buena paga y beneficios. Gente como yo, con preparación a nivel graduado tienen que tener cuatro part-times “to make ends meet”. Y al final del mes, ni eso da pa’ pagar las cuentas. Son pocos los que tienen la suerte de pegarse con un “guiso” fijo. Y ¿entonces? ¿Qué se supone que uno haga? ¿Aguantar los golpes “porque él no es así o él no lo quiso hacer”?

Probablemente muchos otros países estén igual o peor. Pero cuando no hay más fondo que tocar, uno empieza a buscar otras alternativas y se tira la maroma de intentarlo porque REALMENTE no tienes nada que perder.

Y por eso nos quejamos, porque ya no tenemos nada que perder pues hemos perdido hasta la esperanza. Nuestro destino cuelga en las manos de un corillo nombrados por los gringos, dos partidos locales que ya se han robado los clavos de la cruz y las joyas de la Corona; y dos perlas como candidatos a presidir el País que al final, toma las decisiones por nosotros.

Entonces, ¿cómo carajo no me voy a quejar? Y sí, me canso de la queja. Quiero cambiar de canal y no criticar tanto, no lloriquear tanto. De ponerme el cuero duro y aguantar los golpes. Pero eso cansa más.

Se avecinan unos meses para los que hay que prepararse como uno se prepara para un huracán. No hay forma de saber qué nos espera en el 2017. Mano, la verdad es que “we can’t catch a brake”.

Y mientras tanto, ¿qué nos queda? Virar la cara y poner la otra mejilla porque la que tenemos puesta ya está colora’. 

 "Stay strong people". Y si tienen que quejarse para desahogarse... hágalo, pero no llegue hasta el cansancio. Los demás no siempre tienen la culpa. 




viernes, 19 de agosto de 2016

¡Ay! del que me diga que me quité



Me provoca un meollo mental escuchar lo de #yonomequito. Estuve leyendo en la moderna enciclopedia de “gugol” y lo que hay es un “tirijala” de que si me quito o no me quito o me quité o me voy a quitar. Hay más de una decena de blogs y reseñas noticiosas con comentarios sobre el tema. No quisiera ser una bloguera más en este ring de boxeo moral porque la verdad no quiero que me caigan los “chinches”. Pero al César lo que es del César y sí quisiera compartir mi humilde opinión. 

La campaña del #yonomequito empezó temprano este año con una idea chulita de "pompiar" a la gente a echar pa’ lante. Y eso está cool, pero en 3, 2, 1, se formó la de San Quintín. Porque por alguna razón ligaron la campaña a una crítica de los que se “quitaron” porque se fueron de la Isla. A mi también me llevó la marea del debate y la desinformación y estuve indignada por un tiempo. Pero para escribir esto me estuve informando mejor, práctica que deberíamos hacer todos, y la verdad es que esa gente del #yonomequito no mencionan ni por los centros espiritistas a la gente que se ha ido de Puerto Rico. ¡En ningún sitio mi gente! Entren a sus páginas y redes, y verán. Quizás fue un mal manejo de la campaña en sus comienzos, porque la verdad esa era la impresión que daba. Pero según le van dando forma, cada vez más se aleja de esa línea.

La página oficial explica que “#‎yonomequito es la historia de muchas personas que a través de su vida han tenido que manejar situaciones y oportunidades que los definen”. He incluyen historias de vida de gente que se está superando ante la crisis, incluyendo videos de puertorriqueños en la diáspora que se están reinventando.

El que me conoce sabe que la palabra "reinventar" la tomo con cautela. Por más de un año fui la periodista responsable por la sección Puerto Rico se Reinventa de El Nuevo Día que se publicaba todos los lunes. Aquella sección comenzó en el 2009 en respuesta a  la Ley 7 y los más de 7,000 despidos bajo la administración de Fortuño. El periódico quería reseñar las historias de quienes habían perdido su empleo y se estaban reinventando en medio de la crisis. Y para adornarlo, incluíamos “flotantes”, como le decía mi editora, con herramientas para la gente como consejos para manejar las quiebras, hacer un resume, preparase para una entrevista y por ahí sigue la lista. Por eso este debate de la “quitadera” se me hace tan familiar y me llega. Porque es como un “Déjà vu”, otra crisis más donde la gente tiene que buscárselas, reinventarse, echar pa’ lante y no “quitarse”. 

Claro, hace más de 7 años no había la ola de emigración que hay ahora. Mudarse de país no era la primera alternativa. Las opciones de la gente, en aquel momento, era abrir su negocio, buscar trabajo… eso en los mejores casos, porque hubo de todo, hasta la alta incidencia de suicidios, en su mayoría hombres mayores de 40 años que perdieron su trabajo y no podían proveer a su familia. Si “my darlings”, eso pasó, busquen las estadísticas.

Entonces, aquí estamos, más de 7 años después en el mismo roto. Otra crisis, otra necesidad de buscar formas para motivar a la gente. Pero estos temas son muy delicados y tocan algunas fibras. Por ejemplo, en el blog “El Profe”, el periodista y profesor Héctor Pérez comenta sobre este debate y dice:Lo siento, pero veo este movimiento como uno de odio para el que no tiene otros recursos y quiere irse a darle lo mejor a su familia. Hagamos una mejor campaña, “yo te daré trabajo” y veremos cuantos se unen. Así veremos cómo la gente se motiva a quedarse y trabajar por su país.”

En parte, no puedo evitar coincidir con él por varias razones. Aunque la campaña haya sido diseñada con buenas intenciones, le dio tela para cortar a los “haters”, y la gente ha usado esta frase como gancho para discriminar, juzgar y meterle el dedo en la llaga a los que se han tenido que ir “por X o Y razón.” Y es que muy bien lo dijo Gabriel García Márquez: “Los puertorriqueños cuando discuten, no dicen: No estoy de acuerdo contigo sino ¡Estas completamente equivocado!” Y eso es lo que pasa con este debate del me quito o no.

Un post que me tocó, fue de un amigo que fue aceptado en una Universidad de Estados Unidos para estudiar “bussiness”. Y comentó que le habían acusado por “inbox” de haber abandonado su país en el momento más crítico. Y yo me pregunto, ¿es abandono si me voy afuera para prepárame mejor? ¿No me hace eso un mejor recurso dentro o fuera del País? ¿No me sirve eso para ayudar a mi País desde donde esté?

Mis dos mejores amigas se fueron hace varios años y por distintas razones. Una anda por Miami y la otra por Washington. A ambas les va muy bien. Son “jevas” preparadas, inteligentes, talentosas y representativas de la mujer puertorriqueña luchadora. La de Miami sale a cada rato en la prensa internacional y ¿cómo la presentan? Como la “actriz PUERTORRIQUEÑA”. Y la de Washington, ¿qué hace en su tiempo libre? Asociarse a organizaciones sin fines de lucro creadas por PUERTORRIQUEÑOS de la diáspora que se proponen crear proyectos para ayudar a Puerto Rico en áreas como la educación. Sí, “my people”, sí. No todos los puertorriqueños que se van le dan “delete” al País. Pero vamos, hay de todo y yo lo sé. No me quiero ir de un lado ni del otro.

“By the way”, si lo queremos traer a los “trending topics”, dígame, ¿dónde vive Mónica Puig? En Florida amigos, en la DIÁSPORA. Sin embargo representa a su patria más que muchos de los que supuestamente “no se quitan” y están aquí en la Isla mirando el techo y criticando el sal pa’ fuera que tenemos. Y se ganó el oro mi pana, ¿pa’ quién? Pa’ Puerto Rico. 

¿Seguimos un poquito más pa’ lla? Ricky Martin y Calle 13, ¿dónde viven? En San Sebastián del Pepino no es cariño. Viven fuera de la Isla, son de la DIÁSPORA. Y ¿saben qué? Son boricuas de pura cepa, de los que seguramente tienen que poner una musiquita con soniditos de coquí para poder dormir bien. Y los conocen hasta en la luna como puertorriqueños, sí, PUERTORRIQUEÑOS.

Y ‘perate, que no es que todo es verde al otro lado, no mijo, si yo sé que la vida en los “Ejtado Junidos” no está fácil, I know it. Y en otras partes del mundo también, porque el Norte no es la única alternativa a donde irse. La vida es cara, hay psicópatas, asesinos en serie, explotan bombas y les gusta la guerra. Eso está claro. Pero mano, el que se va, por algo es, no lo podemos juzgar. Si aquí ganan $1,000 al mes y en otro lugar $2,000 o más… pues, se van, ¿qué quieren? Muchos tienen bocas que alimentar. Otros se van para crecer profesionalmente, porque persiguen un sueño, porque van a probar suerte o porque simplemente están cansados de este revulú. Hasta yo estoy “jaltita de odio” de este estatus quo, de saber que se gastaron 25 millones de dólares en las elecciones por gusto, porque de todas formas viene una PROMESA, y no es de Reyes.

No podemos asumir frases como “pues, el que se quiera ir que se vaya, los que nos quedamos sí vamos a echar pa’ lante el País”. No, no, no compañeros, no. Eso no es así. Todos los puertorriqueños, TODOS, desde donde quiera que estén están haciendo patria a su manera, así sea de conserje en una escuela en Ohio. Y si no les va bien, pues,  regresan. Yo tengo panas que les ha pasado eso, se fueron, lo intentaron, no funcionó y aquí están de nuevo. ¿Como perdedores? No mi hermano, como luchadores resilientes, porque “donde se resbala un boricua, se escocota un mono”.

Yo no me quito, nunca me voy a quitar porque Puerto Rico es mi primer amor. Pero si llegase el día en que me tuviese que ir, por la razón que sea, nunca dejaré de tener mi mancha de plátano y ¡ay! del que me diga que me quité.