jueves, 27 de junio de 2019

Tiempo para masticar el descaro

 


Tiempo para masticar el descaro

Me encuentro con tiempo en mis manos este verano puesto que usualmente es una época en la que baja la cantidad de trabajo. Cosa que me ha obligado a entregarme a nuevos proyectos para ocupar mis horas y no volverme loca. 

Además de mis haberes artísticos, he pintado las paredes de mi casa, he adornado rincones desatendidos en la sala y el comedor, estoy trabajando en reorganizar el baño y hago una limpieza de ropa que ya no uso y quiero regalar. Pero para lo más que he tenido tiempo es para pensar. 

Y es que cuando se tiene mucho tiempo se piensa en múltiples cosas, algunas de ellas dañinas para la mente y el corazón. Hubo un doctor que me dijo una vez que esto se llama “rumear”. Este término se le atribuye por ejemplo al ganado cuando mastica la yerba una y otra vez. En los humanos es el equivalente a mascullar o hablar entre dientes. Pues según ese médico, eso es lo que pasa cuando la mente tiene mucho tiempo; rumea. Se queda con un mismo pensamiento y lo mastica sin parar. Y eso causa ruido mental. Ruido que nos puede llevar por los caminos de la locura.

Creo que estoy manejando bastante bien mi rumeo, o como sea que se conjugue. Sin embargo, sí ando con un rumeo que me está carcomiendo la salud mental: nuestro país y cómo va en picada, si es que se puede tocar aún más fondo. 

Con todo este tiempo, no puedo evitar estar más conectada a las redes y mantenerme al día con las cosas que pasan en el día a día a través de la prensa digital. Muchas veces me quedo haciendo “scroll down” y entre post y post de mis contactos se me inunda el “newsfeed” con cada descaro nuevo de este gobierno y las cosas insólitas que están pasando en mi islita bella. 

Rumeo con las cosas tan insólitas que no parecen reales. ¿Cuándo ha habido un gobierno con más de 47 bajas en el gabinete en menos de tres años? Y según fuentes oficiales es que este gobierno se dispone ahora a “volar cabezas” si no le son leales al gobernador. O sea, ¡esto es la reina de corazones en Alicia en el País de las Maravillas gritando “off with their heads!” Y claro, desde un trono y con la cabeza inflada de mierda. Porque eso es lo que pienso yo que deben tener entre cuajo y cuajo para ser tan descarados o tan ingenuos para verdaderamente aceptar que no se sabe lo que pasa a puerta cerrada en las oficinas, hemiciclos, secretarías y departamentos del País. 

Siento que estamos regresando a la era medieval. Es que estoy esperando el nuevo proyecto de ley de Tata para legalizar los cinturones de castidad. Eso es lo que falta. O también podríamos catalogar este gobierno como sacado de la película de Godfather con la “mafia institucional” que alega Maldonado que hay. Y yo sinceramente no lo dudo. Pero tiene que venir Rauli con sus folclóricas palabras mal escritas para denunciar que el gobernador traquetea. ¡Pero si eso se cae de la mata!

Y eso es lo más cabrón, que la corrupción en los gobiernos no es ni siquiera un secreto a voces. Es de conocimiento abierto que todos los gobiernos nos han metido la mano en el bolsillo y nos han tumbado hasta las toallas sanitarias en la cartera. Nos han dejado sin na’. Las arcas del gobierno se fueron con Noé y sus animales. Y nosotros aquí, esperando las lluvias que nos ahogarán pal carajo. 

Pero tranquilos, que en estos tiempos de dificultad sí hay algo que nos ayuda a desahogarnos y a procesar todo esto: los memes. No me nieguen que se han partido de la risa con las ocurrencias de estas creaciones ingeniosas que cantan las verdades y nos muestran lo más malo de forma jocosa. Otros son más serios, con datos y porcientos que nos hacen abrir los ojos y decirnos para adentro: “¡Qué clase de cojones!”

Pero ¿qué pasaría si invirtiéramos el mismo tiempo de hacer y ver memes en un movimiento real de indignación? Y no basta recoger firmas para que la zanahoria destituya a Tricky. No le toca al rey del papel toalla, nos toca a nosotros. Nos toca llevar la indignación que sentimos a la calle, a la acción. No es casualidad que exista el dicho ¡Coño, despierta boricua! Porque hemos estado dormidos por décadas (siglos tal vez). 

Me pregunto qué más hace falta que pase para que despertemos del sueño inducido por un Ambien bien fuerte, del bueno. Quizás que se malversen fondos, quizás que un corrupto se convierta en analista político, quizás que tengamos una deuda impagable pero el presupuesto de la Fortaleza se suba porque “tienen muchos gastos operacionales” mientras se les corta el presupuesto a los hospitales, se cierran las escuelas y se sacrifica la cultura. Ehhh, pues fíjate, eso está pasando. Todo eso y más. Rumea con esa info y respira hondo mi pana. 

Entonces, ¿qué coño está pasando boricua durmiente? Pienso que el miedo a que quiten los cupones o los subsidios puede más que la indignación. Esa es mi lectura a vuelo de pájaro, porque no sabría qué otra cosa pudiera justificar que andemos de rodillas sobre un guayo rumeando sobre todo este descaro pero no sabiendo qué hacer. 

Si no te quieres lanzar a la calle, no pasa nada. No todos procesan el coraje igual. Pero hay otras cosas que puedes hacer más allá de rumear. Puedes educarte sobre lo que está sucediendo, contarle al vecino que raja papeletas, compartir los memes con información importante además de los chistes. O, por ejemplo, no juzgar a los que protestan por ti y por mí. 

Yo no sé cuánto más tenga que escribir sobre este tema, pero lo seguiré haciendo. Porque desde estas plataformas tenemos el poder de llegar a la gente con vendas en los ojos. Ya sea con memes, blogs, posts, protestas, marchas y actos de resistencia grandes o pequeños. No nos quedemos en el rumeo individual. Duele demasiado mascullar toda esta debacle solos. Nos hundimos en una desesperanza colectiva porque ha llegado el punto en que no vemos la solución. 

Pero me gustaría pensar que la hay. Rumearé con esa idea y pensaré en qué puedo llevar a la acción. Y ¿tú?

domingo, 9 de junio de 2019

Mi súper poder es... vivir



Mi súper poder es... vivir.

Iré al grano. Tengo un trastorno de ansiedad generalizada, soy borderline, sufro de ataques de pánico y depresión, tengo una condición en la piel que se exacerba con el estrés y no tengo control de nada de esto. Vivo con más de 10 medicamentos diarios, me hice vegetariana hace 14 años a ver si me ayudaba, voy a terapias periódicamente y tengo crisis erráticas que llegan sin avisar tumbando puertas y jodiéndome la vida.

Y ¿por qué desnudarme de esta manera aquí, en estos momentos? Porque tengo altas y bajas y en estos momentos estoy abajo en la rueda y necesito hablar. Llevo varios días sin dormir bien, me destrozo la piel sin quererlo y lloro sin aviso. En parte por todos los estresores que tengo actualmente en mi vida. Pero más allá de eso, también me decidí a escribir esto porque veo las noticias y leo que van casi 30 suicidios en lo que va de año. Porque todos los semestres tengo estudiantes que confiesan entre lágrimas a través de sus trabajos artísticos sus luchas con la salud mental. Y porqué sé que somos muchos, pero sufrimos en silencio.

Sentimos vergüenza, tenemos miedo a que nos traten diferente. Que nuestros amigos no nos miren igual, que nos discriminen en nuestros trabajos y que nos vean con pena. Y tenemos que aguantar a cualquier pendejo hacer el chiste de “vamos a ver si se tomó las pastillas a ver de qué humor viene”. Para el récord, comentarios como éste no son graciosos, son ofensivos y nos joden la autoestima. Mi salud no es motivo para tú estupidez.

Cuando una persona tiene cáncer, nadie se burla. Al contrario, los que batallan contra enfermedades terminales, en su mayoría, enfrentan la vida, hacen maratones, lazos de colores, recaudan fondos y los llaman titanes porque sí lo son. Y la salud mental es igual de legítima, peligrosa y también atenta contra la vida. No nos tenemos que esconder, we have to own it. Por eso siento tanto orgullo cuando mis estudiantes se sienten en la confianza de mostrar sus sentimientos más ocultos a través de su arte. Porque el arte es sanador, es una catarsis.

Mi ansiedad es “high functioning” cuando no entra en conflicto con la depresión. Por eso puedo hacer muchas cosas a la vez. Doy clases, escribí un libro, actúo, tengo una compañía de teatro, soy asistente de producción en una empresa y lo más importante, busco la voluntad de levantarme todos los días. Y ¿saben qué? Ahora que lo pienso, that’s fucking awesome. Levantarte y enfrentar la vida, ese es nuestro súper poder. ¡Y que nadie te diga lo contrario, puñeta!

Yo sé que nos tenemos que enmascarar. La gente no imagina lo que hay dentro porque ven una fachada la mayor parte del tiempo. Piensan que para tener problemas de salud mental tienes que andar destruido por ahí, llorando en todas las esquinas sin peinar y sin bañar. Sí, a veces es así. Pero el día a día lo tenemos que manejar a cojón. Sólo pienso en Robin Williams y cómo su sonrisa y bondad escondía tanto dolor. Pues así es, no vamos por ahí con un scarlet letter en la frente para que los demás sepan que por dentro te duele respirar. 

Por mi parte, yo he sido bastante abierta con mis procesos. He escrito obras, cuentos en mi libro y he creado fotografías, incluso durante un ataque de pánico real. Nunca he sido tan honesta y literal como en este escrito, pero sí he tratado de usar mi arte para dejarle saber a los que tienen estas condiciones it’s ok to be and feel different.

Sé que soy afortunada porque tengo mi support system. Tengo un padre que me ha levantado de los momentos más oscuros en mi vida, una madre que me escucha, y un esposo que recoge mis pedacitos cada vez que me derrumbo y los vuelve a pegar con curitas, día a día, con cada batalla. Pero sufro cuando pienso en tanta gente con estas situaciones y que están solos, que lloran en silencio y más aún, los que deciden terminar su vida.

Si fuéramos más abiertos en estos temas y no hubiera tanto estigma social nos sentiríamos más cómodos hablando de lo que nos pasa, podríamos entender que buscar ayuda no es sinónimo de ser débil. Pero como esta sociedad macharrana de mierda nos enseña a que los niños no lloran, que las niñas tienen que callar porque sino son unas histéricas y que ir a un psicólogo es para locos, pues así nos sentimos: loc@s. Y callamos de vergüenza, de miedo, de dolor. Pero ¿sabes? A veces hay que detenerse y aceptar que "me siento mal". Y eso sana, o por lo menos te encamina a aceptar que algo te pasa y que hay que atenderlo. 

Si con estas líneas puedo llegar a alguien que, como yo, la estamos pasando mal por la razón que sea, mano no te quites. Si no tienes con quien hablar, escríbeme a mí y lloramos juntos. Pero que sepas que no estás sol@ y que puedes usar tu súper poder: vivir. Esa es la mejor venganza a la fucking salud mental, mirarla de frente y decirle: “Conmigo no vas a poder. Vete a la mierda”.