domingo, 9 de junio de 2019

Mi súper poder es... vivir



Mi súper poder es... vivir.

Iré al grano. Tengo un trastorno de ansiedad generalizada, soy borderline, sufro de ataques de pánico y depresión, tengo una condición en la piel que se exacerba con el estrés y no tengo control de nada de esto. Vivo con más de 10 medicamentos diarios, me hice vegetariana hace 14 años a ver si me ayudaba, voy a terapias periódicamente y tengo crisis erráticas que llegan sin avisar tumbando puertas y jodiéndome la vida.

Y ¿por qué desnudarme de esta manera aquí, en estos momentos? Porque tengo altas y bajas y en estos momentos estoy abajo en la rueda y necesito hablar. Llevo varios días sin dormir bien, me destrozo la piel sin quererlo y lloro sin aviso. En parte por todos los estresores que tengo actualmente en mi vida. Pero más allá de eso, también me decidí a escribir esto porque veo las noticias y leo que van casi 30 suicidios en lo que va de año. Porque todos los semestres tengo estudiantes que confiesan entre lágrimas a través de sus trabajos artísticos sus luchas con la salud mental. Y porqué sé que somos muchos, pero sufrimos en silencio.

Sentimos vergüenza, tenemos miedo a que nos traten diferente. Que nuestros amigos no nos miren igual, que nos discriminen en nuestros trabajos y que nos vean con pena. Y tenemos que aguantar a cualquier pendejo hacer el chiste de “vamos a ver si se tomó las pastillas a ver de qué humor viene”. Para el récord, comentarios como éste no son graciosos, son ofensivos y nos joden la autoestima. Mi salud no es motivo para tú estupidez.

Cuando una persona tiene cáncer, nadie se burla. Al contrario, los que batallan contra enfermedades terminales, en su mayoría, enfrentan la vida, hacen maratones, lazos de colores, recaudan fondos y los llaman titanes porque sí lo son. Y la salud mental es igual de legítima, peligrosa y también atenta contra la vida. No nos tenemos que esconder, we have to own it. Por eso siento tanto orgullo cuando mis estudiantes se sienten en la confianza de mostrar sus sentimientos más ocultos a través de su arte. Porque el arte es sanador, es una catarsis.

Mi ansiedad es “high functioning” cuando no entra en conflicto con la depresión. Por eso puedo hacer muchas cosas a la vez. Doy clases, escribí un libro, actúo, tengo una compañía de teatro, soy asistente de producción en una empresa y lo más importante, busco la voluntad de levantarme todos los días. Y ¿saben qué? Ahora que lo pienso, that’s fucking awesome. Levantarte y enfrentar la vida, ese es nuestro súper poder. ¡Y que nadie te diga lo contrario, puñeta!

Yo sé que nos tenemos que enmascarar. La gente no imagina lo que hay dentro porque ven una fachada la mayor parte del tiempo. Piensan que para tener problemas de salud mental tienes que andar destruido por ahí, llorando en todas las esquinas sin peinar y sin bañar. Sí, a veces es así. Pero el día a día lo tenemos que manejar a cojón. Sólo pienso en Robin Williams y cómo su sonrisa y bondad escondía tanto dolor. Pues así es, no vamos por ahí con un scarlet letter en la frente para que los demás sepan que por dentro te duele respirar. 

Por mi parte, yo he sido bastante abierta con mis procesos. He escrito obras, cuentos en mi libro y he creado fotografías, incluso durante un ataque de pánico real. Nunca he sido tan honesta y literal como en este escrito, pero sí he tratado de usar mi arte para dejarle saber a los que tienen estas condiciones it’s ok to be and feel different.

Sé que soy afortunada porque tengo mi support system. Tengo un padre que me ha levantado de los momentos más oscuros en mi vida, una madre que me escucha, y un esposo que recoge mis pedacitos cada vez que me derrumbo y los vuelve a pegar con curitas, día a día, con cada batalla. Pero sufro cuando pienso en tanta gente con estas situaciones y que están solos, que lloran en silencio y más aún, los que deciden terminar su vida.

Si fuéramos más abiertos en estos temas y no hubiera tanto estigma social nos sentiríamos más cómodos hablando de lo que nos pasa, podríamos entender que buscar ayuda no es sinónimo de ser débil. Pero como esta sociedad macharrana de mierda nos enseña a que los niños no lloran, que las niñas tienen que callar porque sino son unas histéricas y que ir a un psicólogo es para locos, pues así nos sentimos: loc@s. Y callamos de vergüenza, de miedo, de dolor. Pero ¿sabes? A veces hay que detenerse y aceptar que "me siento mal". Y eso sana, o por lo menos te encamina a aceptar que algo te pasa y que hay que atenderlo. 

Si con estas líneas puedo llegar a alguien que, como yo, la estamos pasando mal por la razón que sea, mano no te quites. Si no tienes con quien hablar, escríbeme a mí y lloramos juntos. Pero que sepas que no estás sol@ y que puedes usar tu súper poder: vivir. Esa es la mejor venganza a la fucking salud mental, mirarla de frente y decirle: “Conmigo no vas a poder. Vete a la mierda”.

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