Me
provoca un meollo mental escuchar lo de #yonomequito. Estuve leyendo en la
moderna enciclopedia de “gugol” y lo que hay es un “tirijala” de que si me
quito o no me quito o me quité o me voy a quitar. Hay más de una decena de
blogs y reseñas noticiosas con comentarios sobre el tema. No
quisiera ser una bloguera más en este ring de boxeo moral porque la verdad no
quiero que me caigan los “chinches”. Pero al César lo que es del César y sí
quisiera compartir mi humilde opinión.
La
campaña del #yonomequito empezó temprano este año con una idea chulita de "pompiar" a la gente a echar pa’ lante. Y eso está cool, pero en 3, 2, 1, se
formó la de San Quintín. Porque por alguna razón ligaron la campaña a una
crítica de los que se “quitaron” porque se fueron de la Isla. A mi también me
llevó la marea del debate y la desinformación y estuve indignada por un tiempo.
Pero para escribir esto me estuve informando mejor, práctica que deberíamos
hacer todos, y la verdad es que esa gente del #yonomequito no mencionan ni por los
centros espiritistas a la gente que se ha ido de Puerto Rico. ¡En ningún sitio
mi gente! Entren a sus páginas y redes, y verán. Quizás fue un mal manejo de la
campaña en sus comienzos, porque la verdad esa era la impresión que daba. Pero
según le van dando forma, cada vez más se aleja de esa línea.
La página oficial explica que “#yonomequito es
la historia de muchas personas que a través de su vida han tenido que manejar
situaciones y oportunidades que los definen”. He incluyen historias de vida de
gente que se está superando ante la crisis, incluyendo videos de
puertorriqueños en la diáspora que se están reinventando.
El que me conoce sabe que la palabra "reinventar" la
tomo con cautela. Por más de un año fui la periodista responsable por la
sección Puerto Rico se Reinventa de El Nuevo Día que se publicaba todos los
lunes. Aquella sección comenzó en el 2009 en respuesta a la Ley 7 y los más de 7,000
despidos bajo la administración de Fortuño. El periódico quería reseñar las
historias de quienes habían perdido su empleo y se estaban reinventando en
medio de la crisis. Y para adornarlo, incluíamos “flotantes”, como le decía mi
editora, con herramientas para la gente como consejos para manejar las
quiebras, hacer un resume, preparase para una entrevista y por ahí sigue la
lista. Por eso este debate de la “quitadera” se me hace tan familiar y me
llega. Porque es como un “Déjà vu”, otra crisis más donde la gente tiene que buscárselas,
reinventarse, echar pa’ lante y no “quitarse”.
Claro, hace más de 7 años no había la
ola de emigración que hay ahora. Mudarse de país no era la primera alternativa.
Las opciones de la gente, en aquel momento, era abrir su negocio, buscar
trabajo… eso en los mejores casos, porque hubo de todo, hasta la alta
incidencia de suicidios, en su mayoría hombres mayores de 40 años que perdieron
su trabajo y no podían proveer a su familia. Si “my darlings”, eso pasó,
busquen las estadísticas.
Entonces, aquí estamos, más de 7 años después en el mismo
roto. Otra crisis, otra necesidad de buscar formas para motivar a la gente.
Pero estos temas son muy delicados y tocan algunas fibras. Por ejemplo, en el
blog “El Profe”, el periodista y profesor Héctor Pérez comenta sobre este debate
y dice: “Lo siento, pero veo este movimiento como uno de odio
para el que no tiene otros recursos y quiere irse a darle lo mejor a su
familia. Hagamos una mejor campaña, “yo te daré trabajo” y veremos cuantos se
unen. Así veremos cómo la gente se motiva a quedarse y trabajar por su país.”
En parte, no puedo evitar coincidir
con él por varias razones. Aunque la campaña haya sido diseñada con buenas
intenciones, le dio tela para cortar a los “haters”, y la gente ha usado esta
frase como gancho para discriminar, juzgar y meterle el dedo en la llaga a los
que se han tenido que ir “por X o Y razón.” Y es que muy bien lo dijo Gabriel
García Márquez: “Los puertorriqueños cuando discuten, no dicen: No estoy de
acuerdo contigo sino ¡Estas completamente equivocado!” Y eso es lo que pasa con
este debate del me quito o no.
Un post que me tocó, fue de un amigo
que fue aceptado en una Universidad de Estados Unidos para estudiar “bussiness”.
Y comentó que le habían acusado por “inbox” de haber abandonado su país en el
momento más crítico. Y yo me pregunto, ¿es abandono si me voy afuera para
prepárame mejor? ¿No me hace eso un mejor recurso dentro o fuera del País? ¿No
me sirve eso para ayudar a mi País desde donde esté?
Mis dos mejores amigas se fueron hace
varios años y por distintas razones. Una anda por Miami y la otra por
Washington. A ambas les va muy bien. Son “jevas” preparadas, inteligentes, talentosas
y representativas de la mujer puertorriqueña luchadora. La de Miami sale a cada
rato en la prensa internacional y ¿cómo la presentan? Como la “actriz PUERTORRIQUEÑA”.
Y la de Washington, ¿qué hace en su tiempo libre? Asociarse a organizaciones
sin fines de lucro creadas por PUERTORRIQUEÑOS de la diáspora que se proponen
crear proyectos para ayudar a Puerto Rico en áreas como la educación. Sí, “my
people”, sí. No todos los puertorriqueños que se van le dan “delete” al País. Pero
vamos, hay de todo y yo lo sé. No me quiero ir de un lado ni del otro.
“By the way”, si lo queremos traer a
los “trending topics”, dígame, ¿dónde vive Mónica Puig? En Florida amigos, en
la DIÁSPORA. Sin embargo representa a su patria más que muchos de los que
supuestamente “no se quitan” y están aquí en la Isla mirando el techo y
criticando el sal pa’ fuera que tenemos. Y se ganó el oro mi pana, ¿pa’ quién?
Pa’ Puerto Rico.
¿Seguimos un poquito más pa’ lla?
Ricky Martin y Calle 13, ¿dónde viven? En San Sebastián del Pepino no es
cariño. Viven fuera de la Isla, son de la DIÁSPORA. Y ¿saben qué? Son boricuas
de pura cepa, de los que seguramente tienen que poner una musiquita con
soniditos de coquí para poder dormir bien. Y los conocen hasta en la luna como
puertorriqueños, sí, PUERTORRIQUEÑOS.
Y ‘perate, que no es que todo es verde
al otro lado, no mijo, si yo sé que la vida en los “Ejtado Junidos” no está
fácil, I know it. Y en otras partes del mundo también, porque el Norte no es la
única alternativa a donde irse. La vida es cara, hay psicópatas, asesinos en
serie, explotan bombas y les gusta la guerra. Eso está claro. Pero mano, el que
se va, por algo es, no lo podemos juzgar. Si aquí ganan $1,000 al mes y en otro
lugar $2,000 o más… pues, se van, ¿qué quieren? Muchos tienen bocas que
alimentar. Otros se van para crecer profesionalmente, porque persiguen un
sueño, porque van a probar suerte o porque simplemente están cansados de este
revulú. Hasta yo estoy “jaltita de odio” de este estatus quo, de saber que se gastaron 25 millones de dólares en las elecciones por gusto, porque de
todas formas viene una PROMESA, y no es de Reyes.
No podemos asumir frases como “pues,
el que se quiera ir que se vaya, los que nos quedamos sí vamos a echar pa’ lante el País”.
No, no, no compañeros, no. Eso no es así. Todos los puertorriqueños, TODOS,
desde donde quiera que estén están haciendo patria a su manera, así sea de
conserje en una escuela en Ohio. Y si no les va bien, pues, regresan. Yo tengo panas
que les ha pasado eso, se fueron, lo intentaron, no funcionó y aquí están de
nuevo. ¿Como perdedores? No mi hermano, como luchadores resilientes, porque
“donde se resbala un boricua, se escocota un mono”.
Yo no me quito, nunca me voy a quitar
porque Puerto Rico es mi primer amor. Pero si llegase el día en que me tuviese
que ir, por la razón que sea, nunca dejaré de tener mi mancha de plátano y ¡ay!
del que me diga que me quité.
No importa en que parte del planeta estes siempre aportaras tu granito como Puertorriqueña de Pura Cepa!!!!! Eres mas fajona que 15 personas juntas. Por alguna extraña razón a muchos les gusta hablar del que lucha sin dejarse caer.
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