Esta
nota mareará entre ironía, seriedad y humor para no llorar. Pero es así pues
que se ha de contar, tal como suele pasar, sin mentir ni exagerar.
Para al
que de ironías vive, el pasado Mayo inicié una corporación sin fines de lucro
dedicada a la producción de eventos educativos y artísticos. El tener mi
compañía siempre fue un sueño y
por cosas del destino no fue hasta que las circunstancias se dieron de la
manera más loca posible para que así fuera.
Lo
cuento como ironía pues por casi dos años dediqué mi pezcuezo a cubrir para la
sección Puerto Rico se Reinventa del periódico El Nuevo Día precisamente reseñando como levantarse,
reinventarse, abrir nuevos negocios, historias de superación y consejos para
pequeños empresarios, entre otras cosas. Ahora vivo en carne y hueso lo que por
tanto tiempo escuché y conté con mis manos golpeando tecla tras tecla entre las
pequeñas paredes de un cubículo gris.
Y el
martes pasado, a un mes y medio de haber comenzado esta faena como empresaria,
estuve a punto de rajarme.
Verán,
este mes ha sido de gestiones, quemadas de pestañas, noches sin dormir, horas
largas en agencias de gobiernos, burocracias, sellos, papelitos, papelitos y
más papelitos. Pero un papelito pendejo siempre tendrá su historia en Macondo
Land.
Permiso, ¿puedo?
Me
hicieron pagar $100 para darme un “permiso” que dice que puedo usar mi
computadora y mi escritorio para mi corporación. Ay gracias, que amable ARPE,
tu siempre tan considerado. Gracias por permitirme hacer lo que siempre he
hecho pero con 100 pesos menos en el bolsillo. Este proceso, que ya está pago, se ha alargado por 3 semanas
y medias, y tras llamadas, inspecciones y espera, aún no tengo el permiso. Esto
por diversas folklóricas razones, entre ellas que esta oficina solo cuenta con
dos inspectores para todos los negocios de San Juan.
Mis
temores son las historias de amigos a quienes sus permisos de uso han tardado
hasta 8 meses. Kill me now.
Y la
pendejá es que sin un papel no se puede sacar otro que necesitas para sacar
otro que entonces es necesario para hacer la gestión que realmente te hace
falta. Fuck.
CRIMeate este
Llevo
tres días de ironías también en el CRIM, culminando con una joyita esta mañana.
Cuando llegué a las nueve de la madrugada y me encuentro con que “hoy no sé
están haciendo nada más que certificados y se tiene que pagar en cash porque
los empleados se van a huelga a las 10”. Casi colapso pues era el tercer día
que intentaba sacar los papeles que necesitaba de ese sacro santo espacio. A
prisa corrí a la persona de información, quien con cara de “jódete” me dijo que
pasara a la oficina a ver si me atendían. Eran ya las 9:15 AM. Con voz dulce me
acerqué a la única empleada que encontré.
Yo-
“Permiso, era para ver…”
Ella- “Dime rápido que ahora tenemos una
reunión y estoy rush”
Yo –
“Si, es que yo vine ayer porque necesito una certificación de…”
Ella –
Lo que pasa es que tenemos una situación y no se está atendiendo gente después
de las 10.”
Yo –
“Son las nue…”
Ella –
“Siéntate ahí a ver si alguno de los muchachos te atiende”
Me
senté mientras la mujer rubia desapareció tras unos cubículos. En aquella sala,
la misma que el día antes estaría llena de personas, sólo habíamos un señor y
yo. No habían empleados, todo estaba vacío a lo película de zombies, y a lo
lejos se escuchaba el murmullo de la reunión.
En
menos de 2 minutos la rubia reapareció ignorando nuestra presencia y se puso a
sacar algunas cosas en la impresora. “Estoy loca por salir de esto, yo no voy a
atender a nadie que no sea importante”, murmuraba aún inatenta a los dos seres
humanos allí sentados.
Según
la rubia se regodeaba por la sala de espera me pregunté cuán cómodos serían
aquellos tacones que llevaba puestos para su huelga a las 10.
Pasadas
las 9:30 un doncito se apiadó de mi y aunque estuvo a punto de mandarme para mi
casa sin mis papeles, al final accedió. Incluso descubrió que yo, sin tener
propiedades, soy deudora del CRIM por $8.36. Y es que si usted presta servicios
profesionales y deduce materiales en su planilla, esos materiales, entiéndase
papeles, lápices, bolígrafos y demás: son tributables al CRIM. Así como lo oye.
Ahora todos los años tengo que llenar la planilla del CRIM para pagar tributos
por cuanta mierda uso para escribir, archivar y “printear”.
A las
10 menos cuarto salía por la puerta de aquella sala de espantos con mis papeles
en mano, nuevo conocimiento sobre la propiedad mueble y exenta de los $8.36
pues el doncito entendió que como era tan poco no me lo cobraría.
Antes
de irme fui a comprar los sellos para validar mis papeles. Las personas afuera le
rogaban a los empleados que los atendieran, pero ya eran las 9:55 y ellos se
iban en huelga en 5 minutos. La cajera me vendió los sellos mientras se repetía
a sí misma: “Por más que quisiera ayudarlos no se puede, mi conciencia no me lo
permite. Hoy hay huelga.”
Por mi
parte, mi consciencia y yo salimos por aquella puerta a las millas dejando
rastros de humo y apretujando los preciados papeles que tanto trabajo me
costaron.
No era
la primera decepción de la semana anyways. El martes tuve otro experiencia
religiosa en Hacienda para servirte.
Hajienda pa’ selvite, vite
Fui a
preguntar el estatus de mi Registro de Comerciante, el cual solicité el 20 de
Mayo. Este papelito se necesita para mil cosas y llevo un mes y una semana
chekiando mi buzón a lo psyco,
hasta que me cansé y fui a averiguar.
Llegué
y me senté. Faltaban 12 turnos para mi número. Enseguida mis antenas
periodísticas descifraron la conversación de mis compañeros de fila que se
desahogaban en grupo sobre los jefes, compañeros de trabajo y un poquito de
todo. Entre ellos la más vocal era una Doña vestida de blusa amarilla que, por
supuesto, combinaba con el moño, los zapatos y las uñas.
Doña:
“Yo se lo dije, yo fui a su oficina y le dije, tu no eres Dioj. Mira la cámara
y piensa que tu fuiste el que empezaste so pendejo”
Tipo:
“Es que uno tiene que ser así porque sino te pasan po' encima”
Doña:
“Chacho es que ese tipo es un cabrón que se cree que puede venir a joder conmigo.”
Muchacha:
“¿Oye y que pasó con Víctor?”
Tipo:
“Es que Víctor era vago y se dejaba vel peldiendo el tiempo, vite”
Muchacha:
“¿Y aún así siguía?”
Tipo:
“Aja, hay que tener cuidao’ con eso”
Muchacha:
“Yo tú empiezo a orar. Eso yo hago, yo tenía un problema con un chamaco que yo
le caía mal, no sé por qué. Empecé a orar y de la noche a la mañana al tipo se
le quitó. No te creas, Jesús oye. Ay esa mierda de pito de los números me tiene
mala, yo le pegaría un tiro”
Doña:
“Mira papi te toca”
Tipo:
“¿Dónde carajo es?”
Mientras
me mantuve boquiabierta con el quehacer y el quehablar de mis vecinos, llegó mi
turno. Me paré frente a una chica de cejas tatuadas que 'textiaba'. “Buenas
tardes”, dije. “Quería saber el estatus de mi Registro de Comerciante que no ha
llegado”, añadí, aún sin conseguir la atención de mi encargada.
“Yo
llamé ayer a 7 números distintos y al final me dijeron que debía venir porque
por teléfono no me iban a atender”, continué, consiguiendo atención de la
vecina empleada que le dijo a la textiadora que apretara unas teclas para
verificar mi caso. “Es que su dirección no existe”, respondió la chica de las
cejas. “¿Perdón?”, murmuré perpleja pues a esa dirección me llega hasta la
planilla. “Que como el sistema no reconoce la dirección no se hizo el
certificado. Hay que volverlo a pedir y esperar 30 días más”.
Quedé
en silencio, se me apretó la garganta. No podía entender porqué en un mes de yo
haber estado llamando nadie me pudo haber dicho eso para enmendar el issue
desde el principio. Sin ese papelito se me trancan muchas cosas.
La
chica se paró y buscó a otra que a su vez buscó a otra. De repente, habían 4
empleadas frente a mi, y mi encargada continuaba textiando.
Empleada
1: “Nena te compraste un 'aifon'”
Empleada
2 (de las cejas tatuadas): “Chica sí pero no lo sé usar.”
Empleada
1: “Tienes que comprarle la tarjeta de Itunes para que lo puedas usar bien”
Empleada
2: “Si porque estoy en crisis, no puedo hacer nada”
“Podría
trabajar”, pensé. Por 5 minutos presencié aquella conversación de App store,
música y crisis por no poder acceder bien al Internet desde un Iphone a las tres de la tarde en un counter de
servicio al cliente en una oficina gubernamental. Miré a todos lados para ver
si alguien estaba viendo aquella escena igual que yo. Nadie pareció inmutarse.
Se me
comenzaron a aguar los ojos y me sentí impotente. Mi compañía estaba en manos
de un puñado de mujeres en crisis por un teléfono. Llené la requisición de la
copia de mi registro. “Nosotros te llamamos cuando llegue para que lo busques”,
dijo una. “Yeah, right”, me dije y salí de allí.
El piso
se me fue abajo, una que otra lágrima se me salió. ?Porqué carajo hacer el bien
es tan fucking difícil? Y eso, que mi compañía se centra en la educación y el
arte. Ahora, si fuera a comprar un arma no serían tan complicado.
Me
sequé las lágrimas y tomé aquella hoja que anunciaba sanguiches grasientos como
una señal divina.
Al
carajo las dudas, al final la espera valdrá la pena. Enfoc@rte, Inc. será la
tripleta de las corporaciones, y punto.
Pues si,
ha sido una semana dura…
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